En la escuela veracruzana, la niña Valenzuela era la que cantaba y bailaba en todos los actos. En el día de la madre, del padre, del agua, del maestro. Orientada por su mamá, entró a un concurso de ballet que ofrecía como premio una beca para estudiar en el Bolshoi, de Moscú. Se lo ganó, pero a su papá le pareció que era muy pequeña para separarse de casa e irse a un país lejano. Durante varios días, en forma de protesta por la decisión paterna, Yuridia se encerró en su habitación a llorar, sin querer casi ni comer.
-No te preocupes, mijita, voy a hacer un grupo musical para ti -le dijo su mamá, casi más desconsolada que la niña.
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